El jueves 28 de noviembre, inmediatamente después de la proyección de la Sesión de cortometrajes 2, el público asistente del Festival Isla Calavera pudo deleitarse con la última película de Masaaki Yuasa, Ride your wave, después de su éxito arrollador con la serie Devilman Crybaby.

Ride your wave venía de ganar el Premio Película de Animación en el Festival de Sitges y no era por nada: su particular animación, esa que le dio ese toque tan único al último trabajo de Masaaki Yuasa, la distingue del resto maravillosamente.

Fotograma de la película

SINOPSIS:

Tras acceder a la Universidad, Hinako se muda a un pueblo de la costa. Allí se dedica a coger olas, pues se siente invencible cuando surfea, pera sigue sin tener claro qué le depara el futuro. Cuando se desata un fuego en el pueblo, Hinako conoce al joven bombero Minato. A medida que ambos comparten su tiempo mientras se dedican a su deporte favorito, Hinako comienza a darse cuenta de que lo que más desea en el mundo es, como Minato, ayudar a otras personas.

Fotograma de la película

La historia de Hinako y Minato está bendecida por el amor, al mismo tiempo que por la tragedia, y su excelente medida en ambos puntos hace que Ride your wave sea un cóctel de sentimientos, una montaña rusa de alegrías y tristezas durante toda la película.

Es imposible no empatizar con ambos personajes a lo largo de su duración, especialmente con Hinako, pues el filme nos fuerza a ponernos en su lugar, nos obliga a pensar qué haríamos nosotros en su caso, cómo nos sentiríamos. En este sentido, Ride your wave es una película viva, y una cinta que nos hace sentirnos vivos.

Hay que decir, por otra parte, que la historia se antoja predecible poco después de su inicio (si no tienes claro qué sucederá, por lo menos te puedes hacer una historia bastante aproximada), y aunque trata con habilidad una historia sobre el amor y la pérdida, es precisamente esa exageración en la habilidad la que dota a la película, por fortuna o por desgracia, en un producto de cursilería apto solo para aquellos que estén dispuestos a disfrutar algo así. Para otros, sin embargo, ese exceso podría provocar que la película difícilmente fuera difícil tomársela completamente en serio.

Fotograma de la película

Independientemente de esto, estamos ante un trabajo de animación propio de la suavidad de contar historias al más puro estilo japonés, y aunque no es un producto redondo, ofrece suficientes alicientes, detalles espectaculares, una animación dinámica y suficientes moralejas como para salir de la sala de cine sabiendo que has disfrutado de una muy buena película. Pero sobre todo, saliendo mientras te preguntas: si me hubiera pasado a mí, ¿cómo podría soportar algo así?