Sinopsis: Una educación mortal nos abre las puertas a una peligrosa escuela de magia donde cometer errores es sinónimo de una muerte segura. hasta que una chica empieza a reescribir las reglas del juego. Entra en una escuela de magia diferente a cualquiera que hayas conocido antes. En ella no hay profesores ni vacaciones, las amistades son pura estrategia y las probabilidades de sobrevivir nunca son las mismas. Cuando estás dentro, solo hay dos maneras de salir: o te gradúas o mueres. El Higgins está preparada como nadie para hacer frente a los muchos peligros de la escuela. Puede que no tenga aliados, pero posee una fuerza oscura lo suficientemente poderosa para elevar montañas y aniquilar a millones, por no mencionar que puede destruir fácilmente a los innumerables monstruos que merodean por ella. Solo que, accidentalmente, podría matar también al resto de estudiantes. Así que El está intentando con todas sus fuerzas no usarla, a menos que no tenga elección.

Historia: Ácida, explosiva, descaradamente divertida. Una educación mortal es una de esas joyas que de vez en cuando se cuelan en nuestro idioma y que son un soplo de aire fresco para todo aquel que sea capaz de embarcarse en una aventura sin ningún complejo. En la primera novela de la que será una nueva trilogía de Naomi Novik nos pondremos en el pellejo de una muchacha con el potencial de arrasar naciones enteras, criada por una maga incapaz de hacer daño a una hormiga que le ha contagiado esa bondad y rodeado de, lo que son para ella, un puñado de «imbéciles» de enclaves ricos. Las pretensiones de la autora no son las de contar una historia enorme, grandilocuente, y se nota por el retrato intimista (aunque violento, tal y como se pretende) de nuestra protagonista, sino desarrollar a una muchacha a la que todos detestan, de una forma u otra, pero que no se deja pisotear: si alguien tiene que pasar por encima de alguien, esa sería ella. Y es magnífica: mordaz, sarcástica, carismática sin pretender serlo. Nuestro paso por la Escolomancia será un constante alarde de cómo las cosas, saliendo mal, pueden acabar como uno lo pretende (aunque no siempre sea así, justo como se espera de la vida).

Ambientación: La Escolomancia es el universo en el que se desarrollan las aventuras y desventuras de El y sus compañeros, y lo llamo «universo» por lo ricamente descrito que está, pero este lugar no es sino un colegio, una institución terrorífica ahogada en diabólicas criaturas (llamadas «mals» de forma genérica) con las que los más de cuatro mil alumnos tienen que lidiar durante los cuatro años de formación, una especie de prisión voluntaria donde los jóvenes con maná son enviados, pues allí dentro, pese a la alta tasa de mortalidad, estarán más seguros que en el mundo real (¡Ja! Qué idea más retorcida). Ubicada en mitad de un espacio vacío, la Escolomancia tiene sus propias normas, su mágico sistema cambiante, sus llamas mortíferas para purgar a los mals de cuando en cuando… Y todo ello supone un verdadero reto con el que todos tienen que lidiar al tiempo que evitan ser asesinados, y por supuesto, evitando dejar de lado los estudios: quien no destaca no es capaz de firmar alianzas, y quien no lo hace, está condenado a enfrentarse a la terrible graduación solo, con las remotas posibilidades de salir con vida que ello supone. La atmósfera en sí es tan asfixiante que resulta insoportable, pero no lo acaba siendo tanto gracias a la inestimable mordacidad de cierta muchacha con malas pulgas.

Personajes: Estoy convencido de que no me equivoco cuando digo que Galadriel Higgins es, posiblemente, uno de los mejores personajes más profundamente descritos del género, y con toda seguridad, la joya indiscutible de esta historia. Todo gira en torno a ella, y lo hace mejor lubricado que los engranajes de la propia Escolomancia: ingeniosa, irónica, bruta en ocasiones. A Galadriel le da igual lo que piensen de ella, pero se preocupa por todos de una forma que roza lo absurdo. Orion Lake es la principal víctima de su mordacidad, y lo hace pese a ser el chico más auténtico de toda la escuela: atlético, sincero y con un talento natural para la destrucción de mals, sería el equivalente al jugador de fútbol de las historias de instituto americanas, con la diferencia de que no es un imbécil redomado y que, al margen de lanzarse al peligro de cabeza, lo hace no con intención de alardear, sino de ayudar. Sus sentimientos son tan puros entre la falsedad del alumnado de la Escolomancia que incluso a Galadriel le cuesta creer que no tenga otras intenciones. Esta dupla es, por mucho, de lo mejor en cuanto a personajes.

Por supuesto hay otros que merecen especial atención, como la pseudo-contrabandista Aadhya, o la adorabilísima Liu, así como el atravesado séquito del enclave de Nueva York, pero a estos es mejor conocerlos en contexto: El se encargará de que lo hagas, no te preocupes.

Estilo narrativo: Narrado en primera persona y a menudo atreviéndose a romper la cuarta pared, Naomi Novik nos pone en la piel de Galadriel de forma simple, directa, con un lenguaje cuidado en lo descuidado (ironías de la vida), que refleja a la perfección la mala baba de su protagonista al tiempo que nos sumerge en lo más profundo de su psique, de sus recuerdos más tristes y felices, en el profundo mar de preocupaciones que provoca un lugar tan bestial como la Escolomancia. Si la historia hubiera sido contada desde un punto en tercera persona, Una educación mortal no hubiera sido ni la mitad de buena, así que me alegro de todo corazón por esta decisión.

Edición: Encuadernado en tapa blanda con solapa, la edición que nos ofrece Umbriel Editores es excelente. Con cubierta de Faceout Studio e ilustraciones de Jeff Miller, el libro cuenta con algo más de 350 páginas donde encontraremos, entre otras cosa, detallados dibujos de la Escolomancia, el plano de la planta de los dormitorios de primero y las habitaciones de Galadriel y Chloe. En cuanto a nivel de maquetación, nos encontramos con un bonito símbolo al inicio de cada capítulo y una discreta pero elegante letra capitular al iniciar el primer párrafo. Eso sí: en la primera edición (febrero de 2021) hay una serie de erratas que convendría arreglar, como algunos signos de puntuación que faltan (que se notan especialmente porque la siguiente frase comienza con mayúscula) o el nombre de Orion, tildado en repetidas ocasiones como «Orión», aunque ninguna de estas cosas dificultan el deleite de esta exquisita novela.

Resumen: Tanto si eres habitual lector o lectora, Una educación mortal es una lectura indispensable si buscas algo desenfadado, cercano, divertido y atrozmente mortal. No busca complicarse la vida, ni pretende dar una lección de sintáctica y morfología, sino contar una historia oscura pero con mucho corazón. Y eso la hace auténtica.

Lo mejor: La construcción de Galadriel, tanto su historia como su evolución y su temperamento, sus motivaciones y lo que la lleva a comportarse con los demás como lo hace, es la piedra angular de Una educación mortal. La otra, sin lugar a dudas, es el cómo funciona la terrible Escolomancia, que resulta terrible y original a partes iguales.

Lo peor: Hay dos cosas que no terminan de cuadrarme. La primera de ella es que, en ocasiones, se me antoja que hay algunos pequeños deus ex machina: objetos que casualmente aparecen cuando los necesitan (excusados, de alguna forma, con que la Escolomancia brinda a uno lo que necesita, aunque en ocasiones esto se niegue deliberadamente), algunas situaciones algo convenientes… Son discretas, pero me cuesta dejarlas pasar. La otra es que la primera mitad del libro es formidable, ágil, ingeniosa, excelente de digerir, pero la segunda se vuelve algo tediosa a medida que hay más y más cosas que explicar sobre el funcionamiento de la Escolomancia, y esto estaría bien si no fuera por la sensación de que noto que hay cosas que ya se han explicado. Después de haber absorbido información más que suficiente sobre la escuela en las primeras doscientas páginas, esperaba algo más de movimiento en las siguientes ciento cincuenta, y aunque lo hay (y bastante), me noto fatigado al llegar a ello.

Puedes conseguir Una educación mortal, de Naomi Novik, a través de los siguientes enlaces:

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