Sinopsis: En el mundo distópico de Claire O’Connel, el destino de las personas está sujeto a dos corrientes: una, ser seleccionado en el periodo de reclutamientos para servir a la República en su guerra contra la guerrilla fuera del domo que rodea la ciudad. O dos: seguir siendo un ciudadano bajo los estándares permanentes de dicha organización hasta el final de tus días, sin tener la oportunidad de desafiar las leyes de las probabilidades. Sin embargo, todo en este mundo es cosa de azar.

Pero quizá para Claire no sea así, pues ella está decidida a formar un cambio en su vida, a empezar la búsqueda de su desaparecido padre, quien fue reclutado tres años atrás por la misma República y de quién no ha sabido nada en buen tiempo. Pero para buscarlo, Claire deberá enfrentarse al periodo de reclutamiento y al Simulacro, donde tendrá que demostrar de qué pasta está hecha y si tiene lo que la República busca.

No obstante, no todo es como se piensa, pues el año en que los deseos de Claire empiezan a manifestarse, también lo hacen los peligros y la desconfianza. Tras su llegada empiezan a existir numerosos misterios contra una identidad que, para desgracia, está vinculada al Simulacro y amenaza con destruir el sistema en el que vive.

Una Prueba, un Desafío, un Privilegio.

Historia: El escritor venezolano Víctor M. Méndez nos ofrece con esta historia un relato en torno a Claire, una joven de la zona más humilde de la República que, por vicisitudes de la vida, acaba envuelta en el Simulacro, una Prueba (así, en mayúsculas) con la que el sistema selecciona a 100 candidatos a soldado de los cuales tan solo 25 conseguirán aprobar, mientras que los restantes acabarán devueltos a los lugares de los que salieron relegados a ser individuos, de un modo u otro, inútiles para la sociedad.

No estamos ante una historia absolutamente genuina, pero sí cargada de personalidad. ¿Por qué digo esto? Porque aunque es una historia que bebe de ideas a nivel de creación de mundo como la saga Divergente (Veronica Roth) y como de Los Juegos del Hambre (Suzanne Collins) que han servido para inspirar algunos mecanismos de la Prueba, tiene los suficientes elementos como para que la República, su funcionamiento (político, social, económico y militar) sea atractivo y disfrutable.

Ambientación: Como mencionaba, Temporada de Hierro bebe de otras sagas juveniles encasilladas en el género distópico. La República recuerda a los grandes sistemas opresores habituales en el género, con sus más y sus menos (y estos sí, no necesariamente tienen que ser juveniles), la distribución territorial recuerda, con sus domos (esas barreras concéntricas que dividen la sociedad) y el nivel por colores de los novatos elegidos al funcionamiento de Divergente y el Simulacro, sin la menor de las dudas (criaturas incluidas) a Los Juegos del Hambre. Incluso me atrevería a decir que también hay algo de El corredor del laberinto (James Dashner), sobre todo en ese último tramo final, una prueba más de lo empapado que estuvo el autor absorbiendo lo mejor del género.

Personajes: Es indiscutible que Ethan es el más arrebatador de cuantos forman parte de la plantilla de Temporada de Hierro, el individuo canónico de cualquier saga juvenil: joven, apuesto, misterioso, hábil, con un gran secreto tras su espalda. La relación con Claire es muy buena (en el sentido constructivo de la expresión) y hace de la dupla un cóctel que muchas veces llega a ser explosivo.

Claire, por otro lado, se me antoja una muchacha con entusiasmo y buena intención, pero vive atormentada con la preocupación de salir de una pieza de la prueba tanto ella como su hermano, hecho que, complicado con su propia tarea (de algún modo impuesta, de otro, autoimpuesta) de dar con el famoso infiltrado que está dispuesto a poner en entredicho a la República, la convierten en una mujer de temperamento errante, a ratos aliviado, a ratos histérica. Entiendo su situación, pero en muchas ocasiones se me antoja un tanto forzada.

Otro personaje que se ha ganado un hueco en el podio es Esteban (sí, Esteban y no Zake, aunque podríamos considerarlo ex aequo), pues la construcción mordaz y en un momento determinado enloquecida no solo me sorprende, sino que acaba siendo la más creíble y realista de la novela. Es un imbécil, pero un imbécil con razones.

Estilo narrativo: No vamos a engañarnos: Temporada de Hierro es un libro de ritmo lento. La prosa es sencilla y fácil de digerir. No encontraremos en la novela florituras ni cultismos rimbombantes uno detrás de otro (el autor ni lo pretende ni la naturaleza de lo que se nos cuenta se presta a ello), pero está contada en presente y en primera persona, siempre desde el punto de vista de Claire. Esto no es malo en sí, pero desde un punto de vista objetivo, Claire piensa demasiado. La acción del relato se ve constantemente interrumpida por los pensamientos, las observaciones, las sospechas… de una Claire que está alerta con todo. Leemos docenas de veces por capítulo la expresión que pone alguien en su semblante, lo que cree ella que esa expresión supone, las posibles realidades alternativas que derivan de esa primera suposición… No es malo, en un momento determinado (y siempre que la trama lo requiera), hacer esas apreciaciones, pero el exceso acaba rompiendo, en varias ocasiones, el ritmo del relato.

Edición: Poco puedo decir, ya que la edición que he utilizado para la lectura ha sido una versión en digital. Aunque puedo decir que he encontrado muy, muy pocas erratas (y eso habla bastante bien del trabajo de autoedición del autor). En este sentido, excelente.

Resumen: Temporada de Hierro es esa clase de novela que disfrutarás si te encanta la lectura juvenil, si disfrutaste títulos como los mencionados anteriormente, pero estás dispuesto a enfrentarte a una historia más densa y de ritmo pausado en lugar de a las frenéticas tramas que la literatura juvenil ofrece en general. También, si eres un lector casual, podrás apreciar las virtudes de una buena historia.

Lo mejor: La creación del mundo político alrededor de la república es brutal. También, conocer todas las impresiones de Claire respecto a todo lo que la rodea es una ventaja…

Lo peor: … pero es verdad que la repetición de esas ideas, en momentos donde no procede por la naturaleza tensa del relato en momentos determinados, acaba rompiendo el ritmo de la novela, lo que acaba lastrándola. De cara a su continuación, si este defecto acaba siendo resuelto, estaremos ante una segunda parte increíble, pues ya hemos podido comprobar que Víctor M. Méndez tiene gusto por contar una buena historia.

Puedes conseguir Temporada de Hierro, de Víctor Merlo Méndeza través de los siguientes enlaces:

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