Sinopsis: Ahora que Led Starcrash conoce su verdadera naturaleza, el camino a seguir no será sencillo, ya que debe compaginar su vida con las dos almas que habitan en su interior, sin embargo, las advertencias de Spencer, el regreso de un terrible pasado y la ola de homicidios que está sacudiendo el mundo natural, dispara las alertas de nuestros protagonistas, advirtiéndoles que un nuevo peligro se avecina y que esta vez no será tan fácil de superar.

Historia: Ya hemos hablado sobre quién es Nelson de Almeida en nuestro octavo número, y también sobre la primera parte de Los siete pecados capitales, la saga de fantasía urbana con la que ha decidido darse a conocer tanto dentro como fuera de Latinoamérica. Y es que El séptimo sello es el segundo volumen de esta aventura, que nos pone de nuevo en la piel de Led Starcrash y compañía, dos meses después de los últimos sucesos. Led, reconciliado con sí mismo —y sus contrapartes internas—, vive ahora una vida feliz y tranquila junto a Rakso, el príncipe infernal de la ira de quien se enamorara durante la primera aventura. Todo marcha bien, hasta que una serie de acontecimientos que escapan a la comprensión de los mortales comienzan a tener lugar por todo el mundo, alterando a nuestro compacto grupo, y que amenaza con destruir, esta vez sí, el delicado equilibro entre el Cielo, el Seol y el plano material. A eso hay que sumarle los problemas que suponen que un grupillo de amigos se junte con demonios, el origen convulso de Led y los secretos que entre ellos se guardan, secretos a los que temen y con los que es mejor tener cuidado. Todo lo demás que pueda decir a partir de aquí sería spoiler, así que es mejor enfrentarse a la palabra de Nelson de Almeida que a la mía.

Ambientación: Al igual que el primer libro, El séptimo sello trascurre en dos lugares principales. El primero, el Seol, el infierno, hogar de Rakso, Lux, Evol y otros demonios; el segundo, en el que más tiempo permanecen, el mundo real, el planeta Tierra. Si bien no aporta nada nuevo en cuanto a localizaciones en el mundo real —algunas escenas en Tokio, otras en Ámsterdam…—, pues casi todo tiene su grueso en Seattle, se profundiza mucho más en otras partes inexploradas del Seol. También se explican ricamente montones de detalles acerca de la relación que mantiene la trinidad Tierra-Seol-Cielo, cómo funcionan las jerarquías de sus integrantes y cómo funcionan las normas que rigen cada parte y su relación con las demás. En ese sentido, El séptimo sello supone una mejoría significativa respecto al primer volumen, una señal muy positiva que indica que su autor va por buen camino.

Personajes: De las mejores cosas que le he encontrado a la novela ha sido la incorporación de Del y Ledel, las contrapartes celestiales y demoníacas que habitan en el interior de Led, y que favorecen unos diálogos de aparente introspección —además de servir para canalizar sus propias habilidades— que son a ratos profundos, a otros divertidísimos.

Del resto de personajes poco puedo decir: son los mismos, son geniales, funcionan. Me hubiera gustado algo más de profundidad en algunos de ellos (como en la madre de Led, que al margen de dar un buen puñado de consejos y revelar algunas verdades, sigue siendo lo que era) y que hicieran algo más que solo preocuparse sobremanera (como Rakso, que entiendo que esté enamorado, pero parece sentir cierta obsesión por proteger a Led, a menudo excesiva), aunque este último, poco a poco, comienza a comprender que el bueno de Led no siempre necesita que lo lleven de la mano.

Otro personaje al que he podido notarle un desarrollo formidable, dentro de su propia burbuja, es Lux. Azotada por la culpa, pues guarda un terrible secreto, solo puede ver cómo su relación con Axel se marchita. Hacerle saber la verdad podría acabar con ellos, pero si no se lo hace saber, su pecado acabará por consumirla. Jamás un demonio como ella se había visto sometida a esa situación, y el cómo la maneja, me parece formidable.

Estilo narrativo: Del mismo modo que en Príncipes infernales, el estilo es sencillo, directo, sin demasiadas florituras, con suficientes detalles como para ponerte en contexto y con la agilidad necesaria para que la lectura sea rápida y amena. Aquellos acostumbrados a descripciones ricas y densas podrán encontrar este libro algo desinflado, pero hay que entender que Nelson no trata de describir un mundo nuevo, sino que da por hecho que entiendes cómo funciona el mundo real. Eso sí: se entretiene lo que necesita para explicar todo aquello que, de otra manera, no podrías conocer, como cómo funciona el Seol y qué aspecto tiene todo bajo la tierra.

Edición: No puedo decir mucho respecto a la edición física, ya que mi lectura ha sido en digital en formato epub de Amazon. En cuanto a redacción no podemos decir que haya errores, aunque sí se han escapado algunas palabrejas, pura errata, resultado de un trabajo que al final recae prácticamente en los hombros de una única persona. Es difícil, para un autor que también es su corrector, que algo no escape a la criba, pero desde luego tiene calidad necesaria —y son tan pocos e insignificantes los fallitos— que podemos decir que goza de un excelentísimo acabado.

Resumen: El séptimo sello es una más que digna continuación de Príncipes infernales, con los suficientes giros de guion como para resultar interesante y con un pulso narrativo ágil y ameno muy similar al primer tomo. Cargado de personajes memorables y divertidas —y también terroríficas— situaciones, esta segunda parte representa una absoluta declaración de intenciones del autor que recuerda que no tiene intenciones de detenerse. Y de hacerlo, dejará atrás un par de buenas joyas para todos los que vengan detrás.

Lo mejor: La mejoría en cuanto a la construcción del mundo espiritual, el divertido trío que suponen Led, Del y Ledel, el tono oscuro que empieza a adoptar el relato a medida que avanzas en la lectura y las preocupaciones cada vez más creíbles de seres que, por su condición demoníaca, no deberían poseer.

Lo peor: Rakso podría evolucionar de otra manera menos sobreprotectora respecto a Led, un detalle que me ha dejado un poco frío pese al amor palpable que se profesan. La madre de Led podría haber tenido un peso un poco mayor. Aprovechando el potencial de Lux en esta ocasión, me hubiera gustado un poco más de profundidad en su relación con Axel, aunque no puede decirse que esté mal.

Puedes conseguir Los siete pecados capitales. El séptimo selloo, de Nelson de Almeida, a través de los siguientes enlaces:

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