Hablar sobre «Frankenstein o el moderno Prometeo» es tan interesante como inabarcable. Hemos tenido una infinidad de adaptaciones en distintos medios, reinterpretaciones bajo distintos prismas, actualizaciones del mito, análisis desde diversas y variopintas perspectivas y un largo etcétera derivados de una obra que ha resultado ser tremendamente compleja y atemporal, pese a su concreto marco. Han pasado más de 200 años desde la primera publicación del libro y, podemos asegurar que, de algún modo, Mary Shelley logró su propia inmortalidad, así como la de la obra mediante el increíble éxito de la misma.

En este caso hablamos sobre el cómic de Ralf König, autor alemán underground que ha tenido una larga carrera con sus particulares historietas costumbristas y proyectos de gran reconocimiento internacional, tales como «El hombre deseado» o «El condón asesino». Su dibujo se caracteriza por la caricaturización de los personajes, utilizando formas redondeadas y narices bastante prominentes, usando normalmente el blanco y negro.

Con un humor fresco y directo, suele hablar sin miramientos incluso desde su propia experiencia, focalizándose en cuestiones que le afectan como persona homosexual, teniendo en sus obras siempre cierto carácter biográfico. Esto haría que precisamente un autor así, tuviese su espacio en la revista El Víbora, y que de este modo cobrase cierta importancia en el panorama español, siendo el autor de cómic alemán más reconocido en el país. En este caso ha sido Ediciones Obelisco quien nos ha traído la obra en un formato asequible a la mano y tapa dura.

En este «Frankenstein» vemos a un Ralf König más recatado en todos los aspectos formales de la obra. Esto no se debe a que el autor se reprima creativamente, sino que hace un ejercicio de comprensión y asimilación acorde a la historia que está representando y el contexto en el que lo hace. Hace un ejercicio donde extrapola su esencia a otro contexto, resultando bastante más interesante si se conoce previamente al autor. De este modo, logra mantener su particular y reconocible estilo personal pese a llevarlo de una manera mucho más formal y menos caricaturesca. Aún así, el humor y el estilo propio de König están presentes en el cómic, sin perder ni un ápice del autor por el camino.

El verde es el color que acompaña a toda la obra, de principio a final. Con unos tonos amarillentos nos envuelve en un aura de podredumbre y muerte, donde la mentira y el engaño se abren paso entre las cicatrices de la represión con cierto halo de esperanza residual y negación constante, bajo un resquemor bajo el que probablemente subyace la envidia.

El contexto es fundamental para la obra, ya que nos encontramos con un juego metanarrativo y paralelo a la obra de Mary Shelley, formulando una conexión alternativa al mito desde la propia obra original, con lo que puede acabar siendo un complemento bastante curioso.

La obra que nos presenta König es de una duración bastante corta. Pese a ello, logra sintetizar de manera bastante considerable lo que quiere contar, teniendo un ritmo narrativo muy pulido y certero. Las pausas se sienten que deben estar donde deben estar y la historia se deja llevar acompañada por el texto por donde el autor procura hacerlo, sin despistes, llevándonos de manera eficiente al centro de la narración, de principio a final.

Todo esto hace que estemos ante una obra que invita a la relectura de la misma, así como a la obra original de Mary Shelley, lo cual siempre está bien porque hablar sobre «Frankenstein o el moderno Prometeo» es tan interesante como inabarcable.