Gracias a la semana llena de cine que nos propone el Festival de Cine Fantástico de Canarias Isla Calavera, los días sábado 20 y lunes 22 de noviembre, tuvimos la oportunidad de ver en la gran pantalla «Johan», película del director argentino Santiago Tamagnone y protagonizada por el actor canario Norberto Trujillo.

En Filmin, la sinopsis dice así: Un hombre con mentalidad infantil llamado Johan (Norberto Trujillo), es guiado por la voz de su padre (José Luis de Madariaga) para derrotar a los demonios que se han apoderado de su pueblo y salvarlo.

Como ópera prima en largometraje de su director, Johan llega pisando fuerte. En su web, la definen como «un revival del expresionismo alemán y una nueva visión de la producción cinematográfica independiente». Pero si quieren saber más sobre sus orígenes, la idea, la producción… Pueden leer la entrevista a Santiago Tamagnone que le hicimos para nuestra revista.

[A partir de aquí, puede haber spoilers. Quedas avisad@.]

Análisis

La película comienza con Johan despertando en una iglesia, perdido, sin poder hablar. Mediante una vieja radio, una voz que se hace llamar El Padre, le empieza a explicar que fuera toda la población se ha convertido en demonios y que no puede salir o él también acabará siendo uno de ellos. Pero él, que quiere salvar a su padre, sale al mundo exterior y cumple todas sus órdenes para reunirse con él.

Esta presentación nos da a entender en un principio que se trata de un thriller, tal vez incluso un thriller psicológico por las visiones o recuerdos que nos dejan ver una posible vida pasada de trágicos sucesos, muy sangrientos. Los tintes de fantasía se los da los demonios, pero siempre con un filtro realista, ya que no hay bestias salvajes ni monstruos macabros, sino simples humanos a los que la voz, El Padre, hace llamar demonios.

Arrastrando la duda de por qué no recuerda nada desde su despertar, Johan comienza con una mentalidad muy inocente, pura, casi como la de un recién nacido que no sabe hablar ni hacer nada sin la ayuda de su padre. Pero poco a poco, según avanza el filme, se va sumando el hambre, la incertidumbre, la falta de cariño, hasta convertir su miedo en furia y enfado y acaba tratando de revelarse.

Durante las 2 horas que dura, vemos una evolución continua del personaje. Y es que el peso de toda la película cae en el protagonista (y por tanto en su actor), con muchos planos largos en los que solo sale él, primerísimos primeros planos donde la expresión es todo lo que podemos apreciar… En ese sentido, la actuación de Norberto es impecable. Y no me imagino lo muy presionado que se debe haber sentido al saber que de su actuación dependía gran parte de la película, pero es innegable que bordó su papel.

También es muy característica su vestimenta, llevando siempre una toga azul marina y un bolsito de cuero marrón. Esto resalta con el mensaje que más me impactó y no esperaba encontrar, la dura crítica al adoctrinamiento. Esto es lo que más cala hacia el final, cuando se descubre todo el plan real de El Padre, que en realidad estaba usando a Johan para poder pasar su mente a su cuerpo y seguir viviendo. Así es como se revela que en realidad la población que queda no son demonios, sino experimentos fallidos del padre que había intentado borrarles la mente pero había salido mal.

Es así como, sin verlo venir, acabamos reflexionando sobre cómo alguien con poder puede manejar a muchas personas, sobre todo si tienen una mentalidad ingenua y son sensibles a ideas rotundas. En concreto en la película la crítica va muy dirigida a la religión (por ejemplo, con que Johan debe repetir casi como un mantra una oración que le recita El Padre en varias ocasiones). Pero realmente se puede aplicar más allá, a sectas o incluso a la espiritualidad, que pueden llevar a un control masivo de personas inocentes.

Tal vez lo que más me sorprendió del largometraje es cómo no se muestra en ningún momento de manera explícita los actos violentos que realiza Johan mandado por su padre, pero sin embargo tienes la sensación de verlos perfectamente en tu mente, gracias a los planos y la sangre. A esto se suma la combinación de usar planos en blanco y negro y en color para diferenciar la mentira que le hace vivir su padre (byn) y la realidad (rgb), como los recuerdos o los «momentos mentales». Es por todo esto que la post-producción resulta muy importante, ya que hace que la película tenga esos momentos de thriller psicológico que te hacen sentirte a ti también perdido o incómodo.

Pero para mí, lo que sin duda diferencia al filme de otras historias parecidas, es el juego de luces y sombras, al que precisamente se refieren con el expresionismo alemán. En las escenas en la cueva y al final, cuando Johan se enfrenta a El Padre, el uso de la luz muy dura y los cambios drásticos de lado hacen que la imagen se te quede grabada en la retina. Sin duda definen la película y expresan toda esa angustia y esa lucha contra las sombras de Johan, que al final se da cuenta de que lo realmente peligroso es la luz que te guía y te controla.

En conclusión, Johan es una producción independiente muy interesante, que si tienen oportunidad deben ver y sacar sus propias conclusiones, ya que deja muchos mensajes a interpretación propia. No cabe duda de que es una historia original y desarrollada de una manera diferente a como lo veríamos en las superproducciones, con momentos espectaculares y las impecables actuaciones de Norberto Trujillo y Jose Luis de Madariaga (y del resto del elenco, como no). Esperamos ver las futuras propuestas que nos traiga su director, que sin duda tiene una próspera carrera por delante.

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