El paso de A night of horror: Nightmare Radio no ha dejado indiferente a nadie a su paso por el Festival de Cine Fantástico de Canarias Isla Calavera el martes 26 de noviembre.

Previa presentación de Adrián Trujillo, editor y codirector de la propia Blaster, se proyectó el filme de producción neozelandesa a cargo de la compañía Black Mandala Films. Esta obra es un recopilatorio de varios de los mejores trabajos de cortometrajes del terror de los últimos años, seleccionados por los directores argentinos Luciano Onetti y Nicolás Onetti, y cuyo hilo conductor, ese que enlaza todos los cortos que recorren todo el metraje ha sido escrito por los uruguayos Guillermo Lockhart y Mauro Croche.

La sinopsis de la película, tal y como recoge su ficha en Filmaffinity, es la siguiente:

«Rod conduce un programa de radio dedicado a historias de terror. Hasta que de pronto, comienza a recibir llamadas extrañas de un niño que pide desesperadamente ayuda. Al principio Rod piensa que es un chiste de mal gusto hasta que descubre que no así. Estas llamadas esconden un oscuro secreto…».

Fotograma de la película

Y así es. El protagonista de esta historia es Rod, el dueño de una radio dedicada al horror. Y es entre sus coloquios donde se sitúan los cortometrajes de Luciano y Nicolás Onetti, Joshua Long, Sergio Morcillo, Jason Bognacki, Adam O´Brien, Matt Richards, A. J. Briones, Pablo S. Pastor y Oliver Park, dando una curiosa continuidad a un trabajo de estos diversos directores de distintas partes del mundo.

No es la primera vez que se hace un proyecto de este estilo. Ya en 1982 apareció Creepshow, en la que pudimos ver una recopilación de varios cortometrajes, en este caso basados únicamente en relatos del maestro del terror Stephen King.

Y tal y como sucedió con Creepshow, en el caso de A night of horror: Nightmare Radio, sucede algo semejante: es inevitable hacer comparaciones. Dentro de los cortometrajes presentados es imposible evitar clasificar a unos mejores que otros, tanto de forma objetiva como subjetiva. Sin embargo, que esto no signifique que los cortometrajes sean malos, sino todo lo contrario: la selección de los trabajos está bien medida y es justa, tanto así que todos son de una impresionante factura técnica que nada tiene que envidiar a grandes producciones.

Fotograma de la película y corto Smiling Man

Una cosa que también es de destacar es que son historias que realmente están pensadas para dar miedo, que no susto, cuidado, que es muy habitual en esta clase de trabajos dar un golpe de sonido a más decibelios de la cuenta para que saltes en tu butaca. No. Los cortometrajes están pensados para provocar miedo, angustia y desasosiego, precisamente algo que se valora positivamente en esta clase de trabajos. Y cada uno de ellos recibe una mejoría palpable gracias a la atmósfera construida por Guillermo Lockhart y Mauro Croche en el guion, y a Luciano y Nicolás Onetti en la dirección: la angustia de Rod es contagiosa, y eso es genial.