Desde que se estrenó la serie de She-Hulk, cierto sector de internet ha quemado Twitter y otras redes sociales porque parece ser que ciertos señalamientos incómodos les han sentado como una patada directa a la bolsa escrotal. SMASH!
La nueva serie de televisión de Marvel, disponible en Disney+, ha estado prácticamente cada semana desde su salida en el punto de mira. ¿Por qué? Pues probablemente porque no hay nada más fácil de romper que el cristal que envuelve el corazón de un fanático.
La serie no es perfecta y tiene bastantes cosas criticables y señalables. No es precisamente una serie “perfecta”, si acaso este término se puede aplicar en cualquier producto, pero tampoco se ha merecido la práctica del review bombing como sucedió antes incluso de su estreno.
Para empezar nos encontramos ante un producto que en principio era de corte bastante ligero, siendo una comedia jurídica que envolvía el drama de la dualidad y aceptación bajo el manto superheroico. Todo esto aderezado con una ruptura de la cuarta pared en la que la protagonista, Jennifer Walters y su contrapartida gamma anexada , She-Hulk (Hulka en España).
Dicho esto, la serie evidentemente tiene un público concreto al que dirigirse y otro al que le pueda interesar la serie, más allá de estar dentro del “Universo cinematográfico Marvel”. Todas las series y películas de la compañía han tenido estos enfoques, haciendo productos que, si bien acaban siendo genéricos dentro del ratio de “pelis Marvel”, tienen un particular enfoque en cada una de ellas, con lo que tendrá una forma de complacer a ciertos sectores más que a otros. Esto es algo evidente y lógico. Lo vemos en cualquier producto que consumamos, a fin de cuentas.
Pero aquí está la parte interesante de la serie: Ha roto la cuarta pared más de lo que aparentaba en un primer instante ya que, en un ejercicio de anticipación, la serie ha conseguido dirigir a uno de los grupos de fans más tóxicos y señalarles lo absurdo de sus berridos. La serie se ha reído en la cara de muchas personas, moviendo a esa masa de gente de forma muy inteligente y exponiéndolos en un reflejo que habrá sido para más de uno duro de digerir.
Pero… ¿Qué hacer cuando vemos un reflejo absurdo de lo que somos en pantalla? Algunas personas podrían optar por replantearse su situación y cambiar para ser seres con menos odio y menos bilis en internet, entendiendo que cada producto tiene su público y que quizás no están hechos para ese producto. O puede que incluso llegasen a admirar genuinamente el esfuerzo de ese productor en realizar este tipo de apuestas y darse cuenta de que en realidad no es un mal producto en sí. Incluso puede que les pueda gustar si se quitasen la venda de los ojos que les produce una rabia ciega. Sería lo ideal. Ser mejores personas, más empáticas y asertivas y toda esa mierda… ¡Pero es mejor cabrearse aún más como un chimpancé rabioso lleno de furia gamma!
El problema es que hay muchas mujeres en Marvel justo cuando hay un índice de igualdad más alto. Quizás el problema es que las mujeres hablen de sus propias cuestiones y tengan sus propios espacios para contar nuevas historias con enfoques distintos a los que estamos acostumbrados. O puede que el problema seas tú como espectador. Y que quizás te falte educación cívica para entender la diversidad de personajes y personas dentro de la ficción y la realidad.
Lo peor de todo es que este tipo de público no deseado y que es poco constructivo y demasiado nocivo, no se suelen dar cuenta de que si estuvieran con ese pensamiento en un lado de la historia ficticia que ellos mismos consumen, probablemente estarían enfrentado a sus héroes.
Recordemos que muchos superhéroes y superheroínas han surgido como críticas concretas y directas a las injusticias por las que la gente pasa y que creaban marginalidad. Es irónico, por ejemplo, ver a gente que son fans de personajes como Wolverine (Lobezno) y que sean matones de instituto venidos a más con rasgos homófobos, cuando precisamente los mutantes desde su creación hasta su evolución en dentro de los comics y de la cultura popular han sido la representación de los marginados y señalados por el sistema: El “raro” del barrio, el friki de tu clase, tu tío gay o la hermana trans de un colega.
Y si no entiendes esto, puede ser que evidentemente estés en el lado equivocado y quizás no te gustan realmente los superhéroes ni entiendes de qué va todo esto más allá de tíos en mallas pegándose en una ficción.
Para todo lo demás, les recomiendo encarecidamente que pasen por los cómics y lean un poco. No sé, quizás se puedan sorprender al descubrir que todo lo que han visto en las series tiene una base fundamentada y que ha ido evolucionando desde hace más de 40 años desde la creación del personaje, si hablamos de She-Hulk. Y si hablamos de otros personajes, de tramas en concreto o de formas de tratar con un respeto mínimo a las personas pues pueden ser 50 o 60 años tranquilamente. A partir de ahí, todo es crecer como persona. Así que quizás lo que hay es un desfase de unos pocos añitos en el cerebro. O simplemente es que hay imbéciles redomados y, ante eso, poco se puede hacer más que seguir apostando por una educación de calidad basada en todos esos valores básicos que están implícitamente dentro de esos cómics y productos que tanto se consumen.
Pero quiero romper una lanza a favor de la humanidad con un poquito de empatía. Que si un señor como el Capitán América, descongelado desde los años 40, ha podido ponerse al día con cuestiones tan básicas, seguro que tú puedes.