Dicen las malas lenguas que para que Skyrim pudiera correr, Oblivion tuvo que andar. Y hay algo de cierto en ello. La cuarta entrega de The Elder Scrolls sentó muchas de las bases de lo que sería la hegemonía de los mundos abiertos, dejó caer algunos códigos que servirían como fundamento para generar personajes, cimentó las bases de la carga procedural de los entornos para que un mapa inmenso, ya en aquella época bastante cargado de vida, pudiera funcionar sin demasiados tirones en el primer sistema de consolas en alta definición.
Oblivion era un juego brutal. Sus diálogos y su historia de lanzaban de cabeza a Tamriel y a su entorno, te daba, poco después del inicio, una buena patada por detrás y te susurraba al oído «ahora disfruta, campeón: Cyrodiil te espera. Búscate la vida», y así empezaba la premisa de un mundo abierto rompedor que te daba libertad para hacer (casi) todo lo que te diese la gana.
Al margen de la comunidad de modders que siempre han tenido los jugadores de Bethesda (que se han encargado a lo largo de los años a darle un aspecto algo más renovado al juego, o parcheado la infinidad de bugs que tenía el título de 2006), Oblivion no fue la divina papaya en su época, pero sí que hizo milagros con la tecnología del momento. Pero claro, del lanzamiento original ya han pasado años, y mientras su sucesor, el mítico Skyrim (2011), ha contado con varias adaptaciones, remasterizaciones, ediciones especiales con contenido extra y demás, Oblivion ha quedado más allá de los portales daedras. Hasta hoy.
Bethesda ha anunciado, sin previo aviso y a quemarropa, una versión remasterizada del juego que no se limita a un par de mejoras gráficas adaptadas a los nuevos framerates y poco más. No hablamos de un port para nuevas consolas: estamos ante una redefinición absoluta del juego llevada a nuestros tiempos.
He podido jugar a Oblivion, no gracias a un código promocional, sino a mi afición por esta clase de títulos. Oblivion siempre tuvo un lugar para mí en mi corazón, y al ver lo que Bethesda mostró en su anuncio necesitaba comprobar por mí mismo qué había pasado.
GRÁFICOS
A nivel gráfico no hay maldito color. Gracias al nuevo motor (Unreal Engine 5, según la propia Bethesda) y a la tecnología de hoy, la cuarta entrega de The Elder Scrolls se ve de alucine. Ha habido un rediseño de prácticamente todos los entornos, de cada maldita esquina del juego, de cada NPC que se veían como verduras radioactivas para pasar a tener una definición mucho más realista y detallada. Pero no estamos ante un remake, no hay «nada nuevo» en el juego. Si en aquel cerro de hierba plana que te llamó la atención en el juego original había tres árboles esmirriados, en esta nueva versión sigue ahí el mismo cerro, pero con más piedras, las formas más angulosas, con la hierba meciéndose al viento y con los tres mismos árboles exhibiendo un modelado completamente nuevo que no recuerda a un árbol, sino que es un árbol.
La iluminación, los gráficos, algunos modelados nuevos y animaciones mejoradas son solo algunas cosas que hacen que el juego se vea brutal. Es, con diferencia, una de las remasterizaciones mejor trabajadas de los últimos años.

JUGABILIDAD
Hay cositas nuevas, y son de las que se agradecen. El Oblivion original pecaba de un control bastante ortopédico, incluso para la época. Ataques que apuntaban aquí e impactaban allá, movimientos tensos y torpes tanto de tu personaje como de los NPC…, son algunas de las cosas que en aquella época no se notaban, pero que hoy en día se sienten… raras. Eso ha quedado atrás la versión remasterizada.
Además, ha habido una corrección significativa de los bugs, aunque, tranquilos: todavía quedan.

HISTORIA
Y a día de hoy es un juego que ha envejecido bastante bien. La historia principal va al cuello, tiene un arranque alucinante, tiene un ritmo trepidante y los acontecimientos se encadenan unos con otros de forma orgánica, manteniéndote pegado a la pantalla. Tener la oportunidad de revivir esta aventura pero sintiéndose, en lo jugable, un juego más actual es de agradecer.
MÚSICA Y SONIDO
El apartado sonoro también cuenta con diversas mejoras, aunque me llenó de tranquilidad saber que en sí la banda sonora permanece inalterada. El trabajo de Jeremy Soule me pareció soberbio en su día y lo es a día de hoy, así que no tocar nada de la banda sonora más allá de mejoras de sonido siento que fue la decisión correcta.
En cuanto al apartado más técnico… sí, aquí sí ha habido reconstrucción. Nuevas texturas requieren nuevos sonidos. Hay más pajaritos trinando, los animales rumian de forma distintas, los caballos no suenan igual. Y lo que es mejor: los personajes también.
El Oblivion original tenía algunos parches para suplir la escasez de recursos, tanto económicos (que no tenían muchos) como técnicos, y algunos NPC no importantes dispersos por todo el mapa tenían no solo los mismos actores y actrices de voz, sino también las mismas de diálogos. Ahora, cada personaje es único a su manera, desde el más humilde al más gallardo.
EL CONSEJO DE UN SERVIDOR
Quizá la primera vez que llegaste a Tamriel lo hiciste a través del Skyrim. Es normal, es el juego de mundo abierto de fantasía por excelencia. Da igual si hay ahora juegos mejores, que los hay, pero este lo fue para muchos y su legado sigue hasta nuestros días. Skyrim funciona mejor que una sesión de psicólogo y es bastante más barato, es un mundo cálido y conocido al que volver. Se siente familiar, cercano y agradable. Pero si nunca jugaste al Oblivion, déjame hacerte una advertencia: Oblivion no es Skyrim.
Habrá cosas que te resultarán familiares. Ir por ahí, dar con una cueva, explorarla, sus puzles, sus enemigos, que te persiga un caballo bugueado hasta que lo mates (o acabe él contigo, porque por algún motivo son inmortales), su lore te resultará familiar… en general, la esencia de The Elder Scrolls está ahí, pero lo que tiene Oblivion para ofrecer es otra cosa.
Para empezar, cuidado con hacer el canelo por ahí. Cada mala decisión puede suponer un castigo. No puedes robarle a cualquiera y esperar que no pase nada si te pillan. No puedes picarle las entrañas a un NPC sin esperar consecuencias. Porque las hay, y son bien duras. Eres un elegido, un salvador, el responsable de cerrar los portales y frenar la invasión que se cierne sobre Tamriel, y también puedes acceder a ser un asesino si quieres, también un ladrón, pero… prepárate para lo que viene después.
