Como colofón de la sesión del martes 26, se proyectaba en el Festival Isla Calavera Fuel, el segundo largometraje del director Israel González. En la presentación pudimos disfrutar de la presencia de David Santana, actor canario que ha estado presente en superproducciones de la franquicia Star Wars, James Bond o Misión Imposible y con un papel protagonista en esta película.
Fuel cuenta la historia de Raúl (Fernando Cermeño), un periodista e influencer, también proclamado foodie, que realiza artículos para revistas especializadas y decide embarcarse por su cuenta en una aventura. Estando en México, inicia un viaje por la ruta 66 para un reportaje sobre los restaurantes a pie de carretera. Pero lo que no se espera es despertarse de repente en medio del desierto, atado con una cadena a un coche, sin comida ni agua y para colmo sin personas ni casas cerca.
El realizador madrileño Israel González debutó en la gran pantalla en 2017, con Los límites del cielo. Esta producción tuvo mucho éxito en festivales como el de Oviedo y prometió regresar, esta vez de la mano del guionista Juan de Dios Garduño, que da el salto al cine tras tener bastante éxito como novelista.
Como ocurrió con Amigo, esta película destaca por su corta pero intensa grabación. Estuvieron grabando en el desierto de Tabernas en Almería durante cuatro días, en pleno agosto. Este emblemático lugar también es distinguido por haber sido hogar de cientos de westerns, recibir a Riddley Scott o Steven Spielberg y, como no, por dar vida a paisajes de Juego de Tronos. Además, también fue producida de manera totalmente independiente, con apenas 6.000 euros de presupuesto, de los que el 90% fueron puestos por su propio hermano, Floren González.
Respecto a las sensaciones que produce, sin duda es una cinta agobiante y desesperante, en la que empatizas con el protagonista y con lo que está sufriendo, sin saber por qué está allí ni si puede escapar estando en medio de la nada. Los planos, minuciosamente trabajados y montados, acaban generándote la sensación de querer huir pero a la vez el miedo de no tener escapatoria.
Sin embargo, por un exceso de planos aéreos y planos centrados únicamente en el paisaje, en múltiples ocasiones la película se puede hacer muy lenta y no avanzar en la historia. Termina siendo un largometraje centrado exclusivamente en mostrar la angustiosa sensación del desierto y de estar atado, recluido sin saber por quién o por qué. Por tanto, al terminar de verla, resulta difícil sacar alguna conclusión o moraleja (salvo no hacer la Ruta 66 solo). De hecho, por su corta duración (72 minutos, apenas 1 hora y 12 minutos), tal vez se podría haber resuelto más eficientemente como un mediometraje.
A pesar de esto, se generan debates interesantes con alguna frase o parte del filme. Como el mismo director ha comentado, quiso criticar el uso de los teléfonos móviles y las redes sociales en la sociedad de hoy en día. Esto se muestra claramente en el protagonista, que comienza creyéndose un influencer con poder y seguidores y acaba como un superviviente desesperado por salvarse. Y es en esa experiencia, con una llamada a su mujer, cuando se da cuenta de que ha estado desatendiendo y olvidando lo realmente importante de su vida.
Comentando con David Santana al acabar el filme, descubrimos que algunos detalles curiosos fueron eliminados de la historia final. En esta, aparece un perrito para hacer compañía a Raúl pero no tiene mayor protagonismo. Sin embargo, grabaron escenas en las que una actriz se “bañaba con la sangre del perro” o le daban de comer al protagonista la carne del perro. Ambas no fueron finalmente incluidas pero hubieran dado un toque bastante distinto (y algo gore) a la producción.
En definitiva, Fuel es una película que por su duración se puede ver en un rato libre y genera sentimientos encontrados en el espectador mientras la ve. Por tanto, resulta entretenida además de dar que pensar con su crítica. Y sin duda te hace pensar… ¿Cómo reaccionaría uno en esa situación?