Se acerca el 6 de junio y, con ello, una de las expansiones del aclamado juego Magic: The Gathering, una colección tan esperada y destrozada por el hype que amenaza con ser un puñetazo directo a la nostalgia de antiguos y nuevos jugadores: la mezcla del trading card game por excelencia y la franquicia cumbre del imperio de Square Enix: Final Fantasy.
El Universe Beyond instaurado por Wizards of the Coast hace algunas colecciones incluye una expansión anunciada hace ya más de un año, rumoreada hasta la saciedad en foros en multitud de idiomas, un secreto bien guardado —a excepción de la filtración de los mazos de inicio en español al habérsele colado a Wizards un envío antes de tiempo a una tienda brasileña, ¡ups!— y que supone toda una declaración de intenciones: aquí estamos, vamos a ganar dinero.
O eso esperaba todo el mundo. Ahora, los fanáticos de Magic y los fanáticos de Final Fantasy ya no lo tienen muy claro. Pero, ¿qué ha hecho que se esté recibiendo una de las colaboraciones más ambiciosas de la historia del juego, quizá incluso más que la de El Señor de los Anillos, de la manera más violenta posible? Pues… la falta de stock.

Últimamente, los juegos de cartas coleccionables, como One Piece y, más recientemente, Pokémon, están viviendo un auge bestial para cuya demanda no hay la suficiente oferta. Especuladores y revendedores campan a sus anchas reventando el mercado con precios prohibitivos, muy por encima de los precios de venta al público estipulados, y con ello llega una frustración masiva: tiendas que no consiguen stock, material que no pueden vender porque, directamente, no lo tienen; individuos que, por motivo del hype, compran «lo que hay» porque si no se tienen que volver a casa con las manos vacías; jugadores frustrados que se ven obligados a adquirir productos a precios de especulación por no quedarse fuera del circuito. Pensábamos que solo le pasaba a One Piece, cuya distribución en España por parte de Bandai estaba siendo lamentable. Pensábamos que le pasaba a Pokémon, en especial después del lanzamiento del Pokémon TCG Pocket. Pero ahora, ¿también Magic?
Las reservas están agotadas. El recorte en tiendas sin la categoría WPN asciende casi al 95% del material, en algunos casos incluso al 100%, mientras que en las afiliadas al programa de Magic el recorte oscila entre el 65% y el 85%. Cancelaciones masivas del material, tiendas que han tenido que dejar colgados a clientes, frustración y mucho malestar.
Es casi incomprensible, desde un punto de vista comercial, que una empresa como Wizards of the Coast, teniendo los recursos de los que dispone y sabiendo en el jardín en el que se estaban metiendo, no hayan sabido calcular bien material que se iba a demandar o, por lo menos, no haberse intentado acercar al máximo a esta demanda.
Estamos hablando de una de las colaboraciones más grandes de la historia de Magic, anunciada con un año de antelación. Con imprentas en Japón, EEUU y Bélgica, entre otras, ¿no ha habido suficientes recursos como para tratar de cubrir parte de esta demanda?

Nos queda aventurar que quizá algunos de los elementos que haya puesto Wizards en la balanza para explicar este sinsentido es que haya dedicado una cantidad obscena de la producción al mercado japonés, donde Final Fantasy es práctica seña de identidad en la industria de videojuegos, donde los TCG funcionan escandalosamente bien y las producciones llegan a la demanda con precisión de cirujano.
Quizá otro de los elementos sea el intento de Wizards por no ahogar el mercado secundario —en el que ni pinchan ni cortan, pero saben que deben equilibrarlo para que la rueda del dinero siga girando—, evitando que los precios de las cartas se desplomen por exceso de oferta y la gente prefiera recurrir a la compra de singles en lugar de a la compra de producto sellado que pueda quedarse en el almacén.
O quizá sean simplemente idiotas. Pero los que sí caerán por su propio peso serán los jugadores habituales, sobre todos aquellos con dinero. La colección de por sí sale con un PVP muy superior al de una colección regular —hay que pagar la licencia, después de todo—, pero tener que pasar por el aro de, encima, soltar el doble y hasta el triple de pasta (como es el caso de algunos productos, en especial los mazos de Commander) para poder hacerte con algún preconstruido es, cuanto menos, revisable.
Y todavía estamos en preventa. La gente no está subiendo los precios a lo loco por una cuestión de especulación: ahora mismo esto es oferta y demanda pura y dura. ¿Quieres el mazo de Y’shtola de 70 euros? Perfecto, son 150. ¿Te parece caro? Lo entiendo. ¡Que pase el siguiente! ¡Vendido!

Lo que sí está claro es que esto no puede seguir así. Magic tendrá que empezar a hilar más fino si no quiere que los jugadores habituales se le echen encima. O si no quieren que se marchen para siempre.