«Mi padre era una persona con una gran presencia», dijo Sergio Molina en la charla tras la proyección de la película. Una oración que resultó tan natural como rotunda. Él hablaba desde su experiencia personal como hijo, pero lo que hizo con esa frase fue una afirmación que acabaría resultando una verdad absoluta en la película proyectada, así como en la sala donde pudimos disfrutar de un clásico del cine del «fantaterror»:
El retorno del hombre lobo. Y es que hablamos del inigualable e insuperable Paul Naschy.
En esta tercera edición del Festival Isla Calavera, los licántropos tienen un papel destacado. Como no podía ser de otra forma y cercano al décimo aniversario de su fallecimiento, el festival rinde homenaje a Paul Naschy mediante la proyección de uno de sus filmes más reconocidos y con la participación de su hijo Sergio Molina (director del Festival Internacional de Cine Fantástico Nocturna Madrid).
La película, de 92 minutos y lanzada en el año 1981, nos relata la historia de Waldemar Daninsky, quien padece una maldición que, cada noche de luna llena hace que sufra una dolorosa y feroz transformación en una bestia mitad lupina, mitad humana. Este personaje despierta procedente de Hungría en el siglo XVI, tras una condena a muerte que resultó ser un largo letargo, mediante la sagrada cruz forjada con la plata del cáliz de Mayenza. Y es precisamente este objeto en torno al que gira toda la película. Es la condena y salvación de todos aquellos que rodean a ese objeto y, además, esa doble función bajo el personaje atormentado de Waldemar, se cumple. Es el objeto que condenará su existencia pero, al mismo tiempo, el mismo que lo salvará de su maldición.
La historia, tras ponernos en situación, se sitúa en la «actualidad» donde acontece el filme, mediante tres mujeres jóvenes e independientes, estudiantes y aficionadas a lo oscuro y satánico, que llegan a Los Cárpatos, donde acaban encontrando el escenario en el que girará toda la película.
Dentro del género, la cinta es un monster mass, ya que nos encontramos no solo al personaje del hombre-lobo, sino que además existen los vampiros, cuya máxima representante es la famosa condesa Bathory y, además, se atreve a introducir a un cadáver resucitado en un punto de la trama. Este combinado de criaturas y mitos es algo bastante usual dentro de la filmografía del propio autor.
Naschy, además del protagonista de la película, es el guionista y director de la misma, como bien es conocido por su incombustible y polifacética trayectoria, habiendo trabajado en más de cien películas, de las cuales catorce las hizo interpretando su reconocido papel como licántropo, tanto a nivel nacional como internacional.
En el festival, tras la proyección de El retorno del hombre lobo, hubo un espacio para conocer mejor al mito mediante la figura de su hijo, Sergio Molina. Fue en ese preciso instante en el que uno se da cuenta de cómo la pasión incombustible de una sola persona es justo el motor más que suficiente para el arte, dejando un legado enorme y una cantidad de guiones ingente (alrededor de quinientos) que, quién sabe, si algún día y en las manos adecuadas de un corazón, más que de oro, de plata, pueda haber otro regreso, otro retorno, pues aún se nota considerablemente la larga sombra que posee la ausencia de alguien tan brillante.